Sinceridad en el trabajo: ¿dónde está el límite?

Liderazgo - Confianza

 

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Te encuentras a un viejo amigo por la calle y, en un ataque de franqueza, te dice lo gordo, lo viejo o lo calvo que estás. Tú piensas ‘¿Era realmente necesario ese comentario?’ Con la sinceridad en el trabajo ocurre lo mismo: aunque es una cualidad muy positiva y valorada por los profesionales, es preciso mantener ciertos límites, es decir, hay que evitar caer en el “sincericidio”, ese hábito de algunas de personas de decir todo lo que piensan, sin filtros, ni empatía, basándose en su intención de decir la verdad. Lo que realmente les importa es «descargarse», no encontrar soluciones a los problemas.

Sinceridad en el trabajo: ¿dónde está el límite?

La sinceridad en el trabajo

La Real Academia de la Lengua Española define la sinceridad como “sencillez, veracidad, modo de expresarse o de comportarse libre de fingimiento”. Practicar esta conducta, a priori, reporta grandes beneficios en el ámbito empresarial: mejora la reputación del profesional, incrementa la credibilidad, fomenta la confianza de los compañeros, facilita la rápida solución de problemas e impulsa el trabajo en equipo. Tan relevante resulta que, según José Manuel Chapado, socio de Isavia, “el caudal de verdad que se dice y se oculta en una empresa es un barómetro que revela su grado de madurez”.

De hecho, una investigación realizada por One4all Rewards sobre más de un millar de empleados del Reino Unido desveló que el 41% de los trabajadores valoraban la honestidad de sus jefes, convirtiéndose en la cualidad de los jefes más apreciada por los empleados. En este mismo sentido, las investigaciones llevadas a cabo por la consultora experta en Liderazgo y Recursos Humanos Zenger&Folkman sobre una muestra de más de 25.000 líderes mundiales pusieron de manifiesto que contar con un alto grado de integridad y honestidad es una de las 16 habilidades del líder extraordinario, siendo la de las competencia básica del Líder.
Sin embargo, la sinceridad en el trabajo puede ser un arma de doble filo. Como se plasma en el artículo El valor de la sinceridad en el trabajo, “una opinión negativa no solicitada, y que no aporta nada, puede dificultar las relaciones con los compañeros a cambio de no obtener ningún beneficio”. No debemos olvidar que estamos sujetos a ciertos sesgos cognitivos que nos llevan a rechazar aquellas opiniones o valoraciones que no encajan con nuestras ideas. Así, según señala Esteban Ordóñez Chillarón en el artículo Sinceridad radical: decir las cosas claras como nuevo método de convivencia en el trabajo, “después de una crítica, podemos distorsionar la imagen de alguien para desautorizarlo y justificar nuestras acciones y comentarios negativos”.
Por tanto, ¿cómo podemos ser sinceros y transmitir informes negativos o gestionar información confidencial de la compañía sin caer en la esperpéntica situación vivida por Jim Carrey en la película Mentiroso Compulsivo? La clave, más que en el contenido, está en las formas.

Cómo practicar la sinceridad en el trabajo

Para resolver este problema respecto a la sinceridad en el trabajo, la coach ejecutiva Maite Gómez Checa, en el artículo Los peligros de ser “demasiado” sincero en el trabajo, establece una serie de pautas:

  1. Identificar el momento y lugar oportuno para expresar lo que pensamos. Es preciso tener en cuenta el contexto a la hora de decir la verdad. Ofrecer un halago en público puede resultar reconfortante para el empleado, pero no ocurre lo mismo si se trata de una crítica, que siempre deberá hacerse en privado. O, por ejemplo, reconocer el trabajo de un colaborador meses después de la acción en cuestión puede llevar al empleado a sentir eso de ‘a buenas horas, mangas verdes’.
  2. Explicar las consecuencias de sus actos. Como acto comunicativo, la sinceridad en el trabajo fracasará si no la acompañamos de grandes dosis de empatía, que deben comenzar con una exposición del sentimiento que nos produce un determinado comportamiento y las consecuencias que nos provoca, tanto positivas, como negativas.
  3. Ser conscientes de que emitimos opiniones, no verdades. Es muy importante asumir que lo que pensamos no es la verdad absoluta, sino que se trata de una opinión. Por tanto, a la hora de emitirlas, debemos dejar espacio a nuestro interlocutor para que pueda aportar su punto de vista, facilitando y aceptando el feedback.
  4. Potenciar la comunicación. Siguiendo el punto anterior, cuando apostamos por la sinceridad en el trabajo, es necesario también abrir la puerta a un diálogo sobre el tema concreto, propiciando la búsqueda conjunta de nuevas posibilidades. Así, por ejemplo, si tenemos que corregir a un empleado por un error, para que la sinceridad en el trabajo resulte positiva no basta con hacerle ver su error y aceptar sus justificaciones, sino que el líder tendrá que fomentar la conversación, permitiendo que el empleado aporte opciones que den solución al problema.
  5. Enfocarnos en el hecho, no en la persona. A la hora de comentar con otra persona nuestras opiniones es vital que nos centremos en los hechos y los comportamientos, no en el persona, es decir, pasar del “Lo haces mal” al “Esto está mal”.

¿Quieres aprender a dar retroalimentación correctamente en el trabajo? En el grupo P&A ponemos a disposición de las organizaciones el programa Elevating Feedback, creado por Zenger&Folkman, con el que directivos y managers adquirirán las habilidades de proporcionar feedback de forma eficaz.

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