¿Qué es el posicionamiento estratégico?

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Todas las compañías buscan la ventaja competitiva que les vaya a hacer destacar en algún campo por encima de la competencia. Esta ventaja se encontrará en su producción, sus precios, su distribución o en sus diseños… Hay muchos lugares donde como empresa podemos hacernos competitivos. Sin embargo, esta efectividad no suele mantenerse mucho tiempo debido a que es fácilmente imitable por los competidores de la industria. Por lo tanto, si conseguir una mejora con respecto a la competencia no resulta en una ventaja competitiva, ¿qué lo hará? Sencillamente, la homologación o la propiedad intelectual. Estos factores fortalecerán nuestras innovaciones y nos ayudarán a constituir nuestro posicionamiento estratégico en el mercado.
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Un paso importante

Para posicionarnos estratégicamente deberemos hacer un buen análisis DAFO. Tras este análisis exhaustivo encontraremos nuestra diferenciación, la cual nos permitirá añadir valor a nuestro producto o servicio final. Será un factor que hará que el comprador nos vea de manera destacada sobre empresas que ofrecen productos o servicios aparentemente similares y que tienen una imagen pública también similar. La esencia del pensamiento estratégico es el posicionamiento, es decir, tomar posición frente al mercado, en especial sobre la competencia. Significa definir para nuestra empresa cómo quiero ser y cómo deseo que me perciban los clientes, los competidores y la comunidad.
Según Porter, el padre del análisis DAFO y la estrategia: “la estrategia competitiva consiste en ser diferente. Significa elegir deliberadamente un conjunto diferente de actividades para brindar una mezcla única de valor”. Encontrar una ventaja competitiva es una noticia que será percibida por los compradores y clientes a nivel corporativo, consiguiendo incluso aumentar la lealtad hacia nuestra marca.
 

Puntos claves para el posicionamiento estratégico

Una vez hemos localizado nuestra ventaja competitiva es hora de diseñar ese campo de acción donde nos vamos a mover de ahora en adelante con comodidad y seguridad. En este sentido hay varios aspectos de los que debemos hablar, como el binomio formado por las necesidades y los clientes, las incompatibilidades, la implicación del equipo, el territorio o la imagen pública.
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El binomio que forman las necesidades y los clientes nos demuestra que hay que especializarse, algo que posiblemente nos lo haya demostrado nuestro análisis DAFO. No se debe ofrecer todo a todos. Por tanto, habrá que decidir si optamos por satisfacer una gama amplia o reducida de necesidades en base a si buscamos abarcar una mayor o menor cantidad de público. Entendemos con necesidades los productos o servicios que nos ocuparemos de proporcionar a nuestros posibles clientes.
Al decidir diferenciarnos podemos estar incurriendo en el colapso o superposición de actividades dentro de nuestra organización. Hay que conectar bien los departamentos para que nuestras decisiones no sean contraproducentes y que no se produzca ningún tipo de incompatibilidad, dado que podría tirar por tierra todos los esfuerzos que hemos realizado con anterioridad. También es importante que tengamos un equipo implicado. Cuando los procesos innovadores encuentran sinergia y los empleados adquieren los conocimientos de este funcionamiento es más probable que la ventaja competitiva sea más duradera, que afecte positivamente a otras partes de la empresa y que se haga más difícil de imitar. Para aumentar esta implicación será clave la fuerza de liderazgo, así como el trabajo que se realice para conseguir que cada uno de los empleados pueda disfrutar de una grata experiencia en la empresa.
Otro aspecto a delimitar es la elección de un territorio sobre el cual actuar. Esto encuentra cierto parecido con lo mencionado anteriormente sobre los clientes. Hay que plantearse si priorizar un territorio de actuación determinado para obtener un buen posicionamiento en esa zona o si preferimos actuar fuera de un nicho concreto para adoptar un punto de vista más global. Para tomar una decisión al respecto podemos informarnos de las condiciones de trabajo de cada comunidad o de la legislación que haya activa en el territorio donde hayamos pensado en situarnos. Por último, pero no menos importante, hay que tratar de cuidar y mejorar la imagen pública. La percepción que tienen de la empresa nuestros clientes actuales, así como los que son potenciales, es realmente importante. En base a ella se pueden obtener más clientes o perder algunos ya establecidos, alterando el posicionamiento estratégico de una manera dramática. Por ello hay que asegurarse de no dejar ningún aspecto en el aire que pueda acabar dando problemas al negocio.

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